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Por otro lado, cabe destacar que la amistad señala un límite opuesto al aislamiento humano y sirve como el fundamental estímulo de la convivencia. La amistad, en suma, es un medio excepcional de transfigurar la solitaria carencia en afecto común. El afecto y la afinidad, de ese modo, procuran la instancia comunicativa del individuo. Su cultivo es el desarrollo de la comunicación; su efectiva consecución, la dehiscencia de una fructífera comunión emotiva.
Ciertamente, el amigo es, en primer lugar, “un refugio contra la soledad”[1], en medio de ese ámbito incierto, dominado por la lucha competitiva de todos contra todos, que es la sociedad humana. Por tal motivo, es que el hedonismo de raigambre epicúrea exhortaba a la relevante ponderación de la compañía[2]. Como ejemplo, tomemos el siguiente fragmento:
“Es necesario, antes que ver qué comes y bebes, ver con quiénes comes y bebes, porque desprovisto de un amigo, la vida es un devorarse de leones y lobos” (fr. Us. 542[3]).
Fundamental ingrediente de la ascética y la dietética de Epíkouros, el ser que es afín y acompaña resulta una indispensable condición para que sea posible el medio[4] en que surge el máximo disfrute (de las necesidades básicas). Así pues, sazón del deleite es la experiencia del placer en la amistad. Como complemento a lo anterior, se agrega que el maestro, quien en varias oportunidades muestra desdén hacia la aprobación del vulgo[5], busca en sus escritos el cordial asentimiento de sus amigos. Dentro de este marco es que el maestro escribe a uno de sus discípulos: “esto no lo digo para la mayoría, sino para ti: pues somos el uno para el otro un teatro suficiente” (fr. 208 Us.). La filosofía epicúrea se comunica, especialmente, en el marco afectuoso. Lo muestran ya los propedéuticos epítomes dirigidos a los aprendices, presentes en las cartas del hedonista de Sámos, plenas de cuidado y claridad. Prácticamente, la transmisión del conocimiento (philosophía) y la comunicación de la amistad (philía) son una, tal como aparece recogido en las diversas epístolas. Por otra parte, el diálogo y la correspondencia entre amigos se orientan, ante todo, a un fin común: compartir el saber acerca de las condiciones de la felicidad. La obra rica en densidad y sabiduría que caracteriza al epicureísmo es ella misma resultado de la práctica de una filosofía de la amistad. Tal es nuestra tesis, al examinar el valor de la philía en la doctrina.
[1] Cf. García Gual, Carlos, Epicuro, Alianza editorial, Madrid, 1985, p. 214.
[2] De tal manera, “Dime de quién te acompañas y te diré cómo vives” pareciera ser un lema aplicable a la ética epicúrea.
[3] Este fragmento está, a su vez, citado en Seneca, Epist., 19, 10.
[4] Se trata, justamente, de hacer posible un medio en que no haya vacío y se minimice la incertidumbre, mientras se maximiza la contención y la afinidad en las relaciones. Creemos que el modelo es la física atomística: cada individuo –como cada átomo- intenta dar con vinculaciones que procuren la mayor duración posible y para eso, es precisa la afinidad (symphyeîn) en la configuración de los enlaces.
[5] En este sentido, pueden cotejarse las SV 29 y 81, además del fr. 224 Us.
Ciertamente, el amigo es, en primer lugar, “un refugio contra la soledad”[1], en medio de ese ámbito incierto, dominado por la lucha competitiva de todos contra todos, que es la sociedad humana. Por tal motivo, es que el hedonismo de raigambre epicúrea exhortaba a la relevante ponderación de la compañía[2]. Como ejemplo, tomemos el siguiente fragmento:
“Es necesario, antes que ver qué comes y bebes, ver con quiénes comes y bebes, porque desprovisto de un amigo, la vida es un devorarse de leones y lobos” (fr. Us. 542[3]).
Fundamental ingrediente de la ascética y la dietética de Epíkouros, el ser que es afín y acompaña resulta una indispensable condición para que sea posible el medio[4] en que surge el máximo disfrute (de las necesidades básicas). Así pues, sazón del deleite es la experiencia del placer en la amistad. Como complemento a lo anterior, se agrega que el maestro, quien en varias oportunidades muestra desdén hacia la aprobación del vulgo[5], busca en sus escritos el cordial asentimiento de sus amigos. Dentro de este marco es que el maestro escribe a uno de sus discípulos: “esto no lo digo para la mayoría, sino para ti: pues somos el uno para el otro un teatro suficiente” (fr. 208 Us.). La filosofía epicúrea se comunica, especialmente, en el marco afectuoso. Lo muestran ya los propedéuticos epítomes dirigidos a los aprendices, presentes en las cartas del hedonista de Sámos, plenas de cuidado y claridad. Prácticamente, la transmisión del conocimiento (philosophía) y la comunicación de la amistad (philía) son una, tal como aparece recogido en las diversas epístolas. Por otra parte, el diálogo y la correspondencia entre amigos se orientan, ante todo, a un fin común: compartir el saber acerca de las condiciones de la felicidad. La obra rica en densidad y sabiduría que caracteriza al epicureísmo es ella misma resultado de la práctica de una filosofía de la amistad. Tal es nuestra tesis, al examinar el valor de la philía en la doctrina.
[1] Cf. García Gual, Carlos, Epicuro, Alianza editorial, Madrid, 1985, p. 214.
[2] De tal manera, “Dime de quién te acompañas y te diré cómo vives” pareciera ser un lema aplicable a la ética epicúrea.
[3] Este fragmento está, a su vez, citado en Seneca, Epist., 19, 10.
[4] Se trata, justamente, de hacer posible un medio en que no haya vacío y se minimice la incertidumbre, mientras se maximiza la contención y la afinidad en las relaciones. Creemos que el modelo es la física atomística: cada individuo –como cada átomo- intenta dar con vinculaciones que procuren la mayor duración posible y para eso, es precisa la afinidad (symphyeîn) en la configuración de los enlaces.
[5] En este sentido, pueden cotejarse las SV 29 y 81, además del fr. 224 Us.
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on 30 marzo 2009
at 17:56
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