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2.5. Otras fuentes
Para finalizar esta revisión de los textos relativos a la amistad, presentaremos una serie de fragmentos que se conservaron a partir de diversas fuentes. En primer lugar, conviene prestar atención a un par de trozos que aparecen en la obra del crítico moralista Ploútarkhos, y tratan de prácticas habituales entre quienes conformaban la comunidad de amigos. Se trata de los siguientes escritos:
“Apoderado por una especie de devoción religiosa a partir de los que conversábamos en ese momento, te asaltó de pronto, Kolótes, un deseo sobrenatural de lanzarte a mis rodillas, de abrazarlas y de entregarte a las prácticas usuales de la veneración, rindiéndome honores como a una divinidad y repitiendo las convenientes oraciones para ello. Por mi parte, continúa Epíkouros, he visto en ti un ser sagrado, y en gratitud a tu devoto gesto, te he rendido culto” (Ploútarkhos, Contra Kolótes[1]).
Para finalizar esta revisión de los textos relativos a la amistad, presentaremos una serie de fragmentos que se conservaron a partir de diversas fuentes. En primer lugar, conviene prestar atención a un par de trozos que aparecen en la obra del crítico moralista Ploútarkhos, y tratan de prácticas habituales entre quienes conformaban la comunidad de amigos. Se trata de los siguientes escritos:
“Apoderado por una especie de devoción religiosa a partir de los que conversábamos en ese momento, te asaltó de pronto, Kolótes, un deseo sobrenatural de lanzarte a mis rodillas, de abrazarlas y de entregarte a las prácticas usuales de la veneración, rindiéndome honores como a una divinidad y repitiendo las convenientes oraciones para ello. Por mi parte, continúa Epíkouros, he visto en ti un ser sagrado, y en gratitud a tu devoto gesto, te he rendido culto” (Ploútarkhos, Contra Kolótes[1]).
“Envíanos, por favor, las primicias de tus ofrendas para el cuidado de nuestra sagrada vida; envíalas en tu nombre y en el nombre de tu progenie. Es en estos términos que mi entusiasmo me exhorta a invocarte” (Ploútarkhos, Contra Kolótes[2]).
Hay, pues, un culto de la amistad y una efectiva veneración del amigo o de la amiga. Este dato es de gran importancia, pues marca la vinculación entre la gratitud de la amistad y la gratitud de la piedad. Se conectan en la doctrina epicúrea el trato fiel a los seres queridos y los devotos ritos de gratitud en reconocimiento de lo sagrado. En lo sagrado, por cierto, están los elementos de la piedad: esperanza, promesa y veneración (pues la piedad es esperar lo que amaremos, venerar lo que amamos y prometer que seremos fieles a lo que hemos amado). Así se testimonia la buena fe de la amistad[3]. La philía, en efecto, obedece al modelo de lo divino (tò theón). Cada lazo de amistad es sobre todo una consagración del afecto y la confianza[4]. En este sentido, la llamada “teología epicúrea” nos parece principalmente un uso comunitario de la piedad (eusébeia), o sea, la plena práctica, entre los seres humanos, de amistad (philía) y gratitud (kháris)[5].
[1] Cf. Plutarque, Contre Colotès, 17, citado por J. Brun, Épicure et les Épicuriens, P.U.F.
[2] Cf. Plutarque, Contre Colotès, 18, citado por J. Brun, Épicure et les Épicuriens, P.U.F.
[3] Es esto también lo que quiere decir el término griego “euelpistía” que aparece en GV XXXIX (SV 39).
[4] De ahí también que la GV LII (SV 52) remarque que la philía nos invita a practicar comunitariamente un culto y disfrutar del deleitante mensaje de una sabiduría (sophía). Se trata, según creemos, de la asunción de la filosofía de la amistad.
[5] Aunque la concepción de lo divino (tò theón) será objeto de otro capítulo, conviene advertir que de acuerdo con nuestra interpretación, la creencia en los dioses y la práctica de la piedad, por parte de los epicúreos, corresponde a una sabiduría (sophía) que ama (phileî) y agradece (kháris ékhei) suficientemente la propia naturaleza (phýsis).
Hay, pues, un culto de la amistad y una efectiva veneración del amigo o de la amiga. Este dato es de gran importancia, pues marca la vinculación entre la gratitud de la amistad y la gratitud de la piedad. Se conectan en la doctrina epicúrea el trato fiel a los seres queridos y los devotos ritos de gratitud en reconocimiento de lo sagrado. En lo sagrado, por cierto, están los elementos de la piedad: esperanza, promesa y veneración (pues la piedad es esperar lo que amaremos, venerar lo que amamos y prometer que seremos fieles a lo que hemos amado). Así se testimonia la buena fe de la amistad[3]. La philía, en efecto, obedece al modelo de lo divino (tò theón). Cada lazo de amistad es sobre todo una consagración del afecto y la confianza[4]. En este sentido, la llamada “teología epicúrea” nos parece principalmente un uso comunitario de la piedad (eusébeia), o sea, la plena práctica, entre los seres humanos, de amistad (philía) y gratitud (kháris)[5].
[1] Cf. Plutarque, Contre Colotès, 17, citado por J. Brun, Épicure et les Épicuriens, P.U.F.
[2] Cf. Plutarque, Contre Colotès, 18, citado por J. Brun, Épicure et les Épicuriens, P.U.F.
[3] Es esto también lo que quiere decir el término griego “euelpistía” que aparece en GV XXXIX (SV 39).
[4] De ahí también que la GV LII (SV 52) remarque que la philía nos invita a practicar comunitariamente un culto y disfrutar del deleitante mensaje de una sabiduría (sophía). Se trata, según creemos, de la asunción de la filosofía de la amistad.
[5] Aunque la concepción de lo divino (tò theón) será objeto de otro capítulo, conviene advertir que de acuerdo con nuestra interpretación, la creencia en los dioses y la práctica de la piedad, por parte de los epicúreos, corresponde a una sabiduría (sophía) que ama (phileî) y agradece (kháris ékhei) suficientemente la propia naturaleza (phýsis).
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on 30 marzo 2009
at 17:53
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