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El sistema epicúreo no fue una doctrina idealista ni una superstición fatalista. Sus hipótesis dejan lugar a la variabilidad del azar en un universo en que la espontaneidad es posible. En tal marco de cosas la inmanencia no es conclusiva y la naturaleza invita a atender a su libre causalidad. Esto favorece el llamado a observar la experiencia de la comunidad (práctica que enseña tanto el beneficio de un uso solidario de los acuerdos, en vistas a determinar y aminorar el daño, como la ventaja de la delimitación de nuestro relativo contexto de comunicación), ligada siempre a un intercambio de servicios, y a una efectiva y recíproca ayuda entre los individuos, a fin de paliar sistemáticamente los embistes de la errática fortuna. De ahí que la filosofía aconseje la más firme organización de los elementos que constituyen nuestro ámbito propio. Además, como base, el conocimiento de la naturaleza (physiología) contribuirá a la orientación de un criterio cognoscitivo y a la promoción de una confianza que enlaza la claridad del pensamiento a la estabilidad del bienestar anímico. Este último punto es algo que sugiere una especial conexión entre la doctrina epicúrea y la propuesta de Demókritos, uno de sus más relevantes antecedentes.
El sistema epicúreo no fue una doctrina idealista ni una superstición fatalista. Sus hipótesis dejan lugar a la variabilidad del azar en un universo en que la espontaneidad es posible. En tal marco de cosas la inmanencia no es conclusiva y la naturaleza invita a atender a su libre causalidad. Esto favorece el llamado a observar la experiencia de la comunidad (práctica que enseña tanto el beneficio de un uso solidario de los acuerdos, en vistas a determinar y aminorar el daño, como la ventaja de la delimitación de nuestro relativo contexto de comunicación), ligada siempre a un intercambio de servicios, y a una efectiva y recíproca ayuda entre los individuos, a fin de paliar sistemáticamente los embistes de la errática fortuna. De ahí que la filosofía aconseje la más firme organización de los elementos que constituyen nuestro ámbito propio. Además, como base, el conocimiento de la naturaleza (physiología) contribuirá a la orientación de un criterio cognoscitivo y a la promoción de una confianza que enlaza la claridad del pensamiento a la estabilidad del bienestar anímico. Este último punto es algo que sugiere una especial conexión entre la doctrina epicúrea y la propuesta de Demókritos, uno de sus más relevantes antecedentes.
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on 29 marzo 2009
at 12:42
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