La Philía epicúrea. Preludio 13

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MC 28 (KD XXVIII):
El mismo conocimiento que nos dio confianza de que nada eterno ni tampoco nada de mucha duración es temible, nos hace entender también que, en las cosas que son de duración limitada, la seguridad alcanza su perfección en la amistad.

La anterior referencia a la physiología (respecto a MC 27) se completa con el texto de la máxima que la sigue. La investigación de la propia naturaleza (phýsis) distingue también del tiempo (khrónos) lo propiamente necesario (anankaîos) en relación a nosotros (pròs hemâs) y esto lleva a destacar sobre todo la pureza del instante en que la sensación (aísthesis) accede a su medio (es lo que indicaba Epíkouros al apuntar a lo que se hace presente –tò páron edé-). El sistema íntegro de la doctrina (Física, Canónica, Ética) sirve de base para conocer los términos de nuestra naturaleza y, en especial, de los límites de nuestra seguridad (aspháleia). El máximo disfrute de la seguridad radicaría entre los amigos.

De este modo, “la relación entre fisiología y amistad queda fundamentada en un mismo conocimiento (he autè gnóme) animado por el prurito de vencer los temores que traen desventura a la existencia humana”. Precisamente, la exhortación epicúrea parece tender a instalar una mayor entereza (aphobía) frente a lo que podría presentar una prolongación desmedida, quebrantando, en consecuencia, los límites que favorecen la certidumbre gnoseológica y la contención de las emociones. Tal punto es lo que se remarca en el tetraphármakon epicúreo: lo que elimina el miedo es el conocimiento de los límites. El temor (phóbos), como realidad radical de la existencia humana, puede ser erradicado en lo que atañe a las cosas a escala cósmica, como a las que se dan a escala de los grandes ciclos y hechos de la naturaleza. En cuanto a aquéllas que pertenecen a la dimensión humana -las de “duración limitada” (toîs horisménois)- es posible liberarse del temor que infunden los demás seres humanos a través de la justicia y sobre todo por los lazos de amistad. La amistad, por cierto, procura –entre los amigos- la delimitación del miedo individual y promueve la eliminación del inmediato dolor.
Por otro lado, con el establecimiento de esta relación indisociable de las distintas partes de la doctrina, Epíkouros no sólo da razón a quienes entienden que, entre los deseos necesarios, aquéllos que lo son “para la felicidad” corresponden, precisamente a la filosofía y la amistad; también deja sentada la unidad interna de todo el sistema, abrazando el conocimiento fisiológico y la sabiduría ética bajo un mismo saber del límite, es decir, bajo el principio característico de la prudencia.

This entry was posted on 30 marzo 2009 at 18:21 . You can follow any responses to this entry through the comments feed .

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