Psicología en la obra de Lucretius (síntesis)

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PSICOLOGÍA EN LA OBRA DE TITUS LUCRETIUS CARUS:

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El speculum nos enseña que el ojo no es reflector exclusivo, que no ha nacido él solo para ver. Ya que ver no es su deber (al ojo le es posible la oclusión), ha de forzarse para ver. El ver es un efecto; el observar es, a su vez, un privilegio (privilegium).
Existe un privilegio humano: nos es posible reflejar las cosas y reaccionar a cada imagen singular. De ahí que ante lo que surge y desaparece, somos capaces de obedecer (obaudire) y de velar por que se lleve a cabo (observare) el tiempo (tempus). Nuestro lenguaje es índice y medida de los tiempos.
El hombre no es un mero espectador, puesto que puede resentir o agradecer el ver morir algo. Lo ve y tiende a observarlo, porque a medida que especula (speculantis), puede observar y dar testimonio (es lo que traduce el vocablo griego martýresis) de cada singular ocaso, sin que el sol se agote por eso. Así nace la speculatio, como testimonio del que observa que, si bien algo muere, todo permanece.
La adecuada aplicación del canon epicúreo, al percibir las notas propias de las cosas. Es esto lo que hace posible el discernimiento filosófico.
La exhortación materialista es a discernir filosóficamente la naturaleza.

El Pensamiento:

Libro IV, versos 722-822:

Las preguntas que recogen la cuestión del pensamiento, según Lucretius: ¿qué realidades excitan el ánimo?, ¿de qué lugar llega a la mente lo que le llega?

(El ánimo -en latín animus- refiere a la capacidad de la mente para conmoverse afectivamente, para emocionarse e incitarse).

Hay simulacra. La imagen es exquisita.
Efluvios materiales que emanan de los cuerpos, que se chocan, se impactan, se afectan.
Cada imaginación: metá - phora.
Cada simulacrum es la imagen mínima en la imaginación y en la metafórica (transposición de imágenes).
Cada cuerpo, si capaz de percibir sensiblemente, es en contacto con otros cuerpos. Sus órganos sensibles, conformados con poros, permiten el acceso de leves tramas atómicas provenientes de los mismos cuerpos que contactan. Es una real incorporación de lo sensible. Cada simulacrum: ¿corresponde al elemento simple de la dinámica psíquica, a partir de la posible metáfora o transposición de los entramados atómicos de base?

Había en realidad metáfora.

Muchísimos simulacros de cuerpos vagan de variada manera en todas direcciones y en múltiples lugares. Ellos se unen entre sí con suma facilidad en el medio o ámbito vacío.

Los simulacros al conectarse se entraman. Una imagen para describir tal trama: una telaraña.
Sin embargo, mucho más sutil es la trama de simulacros. La levedad de los simulacros que se dan exclusivamente al pensamiento es notoriamente mayor que la que perciben los ojos. Los simulacros que conforman el pensamiento penetran los mínimos poros del cuerpo animado y excitan el ánimo, provocando efectos variables en un máximo grado. No podemos percibir con la vista todo lo que pensamos.

El soporte de los simulacros. Aun cuando podemos ver Centauros y Cerberos, éstos, según las sensaciones, no se producen a partir de algo vivo. Quizá nunca exista tal naturaleza de ser vivo. Hasta ahora no la hemos hallado entre los vivos animales, pero su figura es susceptible de imaginar ya que pueden juntarse las imágenes de caballo y de humano, al punto que se adjuntan fácilmente. Lo máximamente tenue se compone con máxima facilidad.

Los simulacros se mueven rápidamente. Van de un cuerpo a otro antes de que se perciban los datos sensibles, antes de que se incorporen los contactos. El pensamiento varía y yerra por ese motivo. Con antelación a que el juicio discierna los simulacros, éstos componen imágenes imprevistas. ¿Cómo llamarlas?, ¿cómo reconocerlas? Repentinamente el ánimo reacciona a sutiles y veloces composiciones de simulacros. El pensamiento es una potencia sutilísima y por eso su capacidad propia de conmoverse es máxima.

Existe lo que llamamos simulacra de las realidades.
Los simulacra son membranas expelidas de la superficie más exterior de las cosas.
Los simulacra van de un lugar a otro por el contacto de los cuerpos (es lo que da a la mente el tacto: los data) y la mente puede recibirlos y permanece accesible a ellos mientras vive.
Los simulacra se transportan por el vacío.

Hay simulacra que preocupan a la mente. Nos salen al paso, mientras estamos despiertos o en sueños. En efecto, el criterio para distinguir la vigilia de los sueños es el grado de impacto de los simulacros. Durante el sueño hay una primacía de los simulacra que recompone la mente (por sobre los otros sensa). En los sueños la mente fluctúa más, yerra más, es más libre de su entorno. La ensoñación es la dinámica de composición de imágenes en que la libre representación y el error se dan en un mayor grado.

Son los simulacra los que amenazan a la mente.
Lo que nos preocupa surge de producciones de simulacra.

El pensamiento compone más con menos de lo superficial (la diferencia radica en la mayor permeabilidad de lo psíquico y en que hay simulacra accesibles sólo para el pensamiento).
Los demás sentidos también reaccionan a los simulacra, que corresponden a capas atómicas emergentes de estructuras cuyo trasporte sería mucho más demoroso y cuya aprehensión total -como fusión- sería imposible. El contacto de simulacra es siempre de lo superficial, de eso que se difunde rápidamente.

Fuera de la realidad presente con la cual me delimito, todo es sueño.
De ahí la theoría epicúrea y su sereno páthos de distancia.

This entry was posted on 28 abril 2009 at 17:51 . You can follow any responses to this entry through the comments feed .

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